jueves, 30 de noviembre de 2023

Allan Kardec

 31.08.2008

En el videoclub de abajo me topé ayer con un DVD sobre Kardec y el espiritismo y tuve por tanto que alquilarlo, viéndolo por fin hoy mismo, dos de marzo, a la vuelta del trabajo, junto a Flávia. Este va a ser el segundo texto que escriba hoy.

Mientras que la palabra “espiritismo” en España sólo me traía a la mente películas de terror y programas nocturnos de radio, muy pronto me sorprendió en Brasil que la misma palabra, desprovista de casi todas las connotaciones tenebrosas y esotéricas, designara a una religión de gran prestigio, practicada por personas distinguidas, y que pretendía explicar la vida ultraterrena y otros misterios con perfecta transparencia científica. Justamente el cientificismo de esta nueva religión es lo que dotaba a sus aserciones de fiabilidad frente a las de otras religiones.

En España el “espiritismo” se practica esporádicamente por morbo o curiosidad, pero nunca se es “espírita”, como se puede ser budista. Tal palabra no existe.

El contenido del DVD apenas me ha aportado informaciones nuevas, limitándose a confirmar mis escasos conocimientos previos sobre la cuestión. Se advierte la preocupación por vincular las obras de Kardec al método científico (colocando su nombre al final de una lista de notables físicos y químicos, o hablando de doctrina mientras se muestran imágenes de satélites artificiales, informáticos afanosos o balanzas de precisión) de manera que el espiritismo vendría a conciliar la ciencia y la religión, que parecían irrecuperablemente fracturadas desde la Ilustración. Sin embargo, la cuestión de cómo demostrar si las comunicaciones provenían efectivamente de espíritus no parece preocuparles tanto a los espíritas como a mí, dando ligerísimas explicaciones acerca de que eso ya fue demostrado por innumerables sabios del siglo XIX. Parece partirse de eso como de un dogma soterrado. Se adivina que el público ideal del DVD son ya espíritas o bien personas que creen de antemano en el más allá. Tendré que continuar investigando por mi cuenta de dónde proviene la seguridad de que quienes se manifiestan son efectivamente espíritus. Porque se deja entender que los métodos más usuales son la escritura automática y la mediumnidad a través de la voz, métodos que no logran convencer a un observador más exigente. También investigaré sobre Chico Xavier.

En cuanto al mensaje moral, Kardec o los espíritus le deben casi todo al cristianismo (paradigma del amor frente al del egoísmo). Hablan de la existencia de tres revelaciones de Dios al hombre: la de Moisés, la de Cristo, y la espírita, que es una revelación al conjunto de la humanidad. De todas maneras, con las dos revelaciones anteriores se advierte la raigambre judeocristiana del kardecismo. Por otro lado, en el vídeo se dice que ellos son "la religión", frente a "las religiones". Se afirma, asimismo, que su idea de Dios (tomada del cristianismo) es más acertada por ser más inteligente y científica (frente a los múltiples dioses del paganismo, tan próximos a los humanos en figura y vicios).

Tal vez lo que más llama la atención es la existencia del propio DVD, realizado en Brasil como conmemoración del bicentenario del nacimiento de Kardec. Y que el DVD estuviera justamente en el videoclub de abajo. ¿Por qué la obra de Kardec vendría a tener tal aceptación en Brasil, mucho mayor que en la misma Francia? Queda claro que las figuras más importantes del kardecismo mundial son brasileñas. Me pregunto si tendría algo que ver esa admiración y emulación de lo francés que se vivió en Brasil a finales del XIX y principios del XX. El libro de los espíritus fue publicado en 1856, y el teatro municipal de Río, que clona la Ópera de París, comenzó a proyectarse en 1894, y se inauguró en 1909. Desde entonces, digo yo, el kardecismo arrastraría esa imagen de religión de personas cultivadas y cosmopolitas.

miércoles, 29 de noviembre de 2023

Fútbol de ángeles



15.08.2008 



Eduardo Galeano, entre otras cosas, es un poeta. Por lo tanto es sospechoso. Porque da la impresión de que cualquier cosa que se describa poéticamente va a obtener cierta pátina religiosa. La pregunta es si el fútbol en sí pertenece al ámbito de lo religioso, o si es la poesía más bien la única responsable de aportarle trascendencia.

Galeano afirma que el fútbol que se originó en la fantasía de los jugadores pobres de Sudamérica es arte de una belleza capaz de poner los pelos de punta. Por otro lado, habla del éxtasis místico de los fieles en los templos del fútbol, en concreto en el momento del gol.

Supongo que si una de estas jugadas (casi nunca ensayadas, y por tanto algo mágicas) se da en un momento de especial tensión emocional y además termina en gol, la descarga psíquica de la afición debe de provocar un placer desmesurado, un chute de endorfinas de una magnitud desusada. La escasez de goles del fútbol debe propiciar esto, no siendo posible tal euforia en la afición del baloncesto, el tenis o el golf. El gol es el orgasmo del fútbol, dice Galeano, siendo por tanto el momento del éxtasis místico de la multitud. Una vez vivida esta experiencia, aparece el hincha de por vida, que esperará con paciencia su repetición semana tras semana, domingo tras domingo y minuto tras minuto.

(Eduardo Galeano: El fútbol a sol y a sombra).

Efectos de la repetición



 18.07.2008

Me ocurrió por primera vez con Amelie Poulain: a la salida del cine, me propuse comprar el DVD en cuanto saliese a la venta, y entonces, abandonar el trabajo, encerrarme en casa, y perder la razón de tanto ver la película, cuantos miles de veces hiciesen falta, para perder pie, dejar de distinguir los límites de la realidad, y olvidar que Amelie era apenas un personaje de ficción. No lo hice, al final, y hoy puedo contarlo.

Durante varios meses de 2006, no obstante, hice por fin el experimento con un material más inofensivo en apariencia: vi el capítulo de Barrio Sésamo titulado “La hora silenciosa” entre tres y ocho veces al día, sin faltar uno solo, con la excusa de hacerle compañía a mi hija de un año. Aún estoy evaluando las consecuencias de esas sesiones sobre mi personalidad y sobre mi salud mental. Por el momento sólo soy consciente del extraño respeto que siento por el pollo gigante llamado Paco Pico, al que seguiría a la muerte sin dudarlo si liderase una batalla.

Me preocupa más, de todas formas, cómo le puede afectar a mi hija su reciente pasión por la cantante evangélica Aline Barros, esa que, para comenzar, aparece atrapada en una piruleta gigante, y a la que poco después vemos bailando en la playa bajo un sol de justicia cubierta con capas y capas de ropas multicolores.

Reconozco que tiene canciones muy pegadizas y hasta de calidad. Una de ellas creo que es un homenje a “Money”, de Pink Floyd, porque también se escucha constantemente el ruidillo de una caja registradora. Es la canción de la viudita, una mujer que, aunque tiene muy poco, siempre deja algunas monedas en la iglesia, hasta que Dios acaba premiándola con varios millones. Lo que no me gusta de esta canción es que puede llevar a pensar que las cajas de ofrendas de las iglesias protestantes tienen lucecitas parpadeantes con frutas y otras figuras, y además puede reforzar el prejuicio tan extendido de que los líderes evangélicos sólo visan el lucro.

Fenómenos pararreligiosos


 

05.05.2008

Lo esencial o irreductible de lo religioso es la vinculación del ser humano con lo sagrado, considerando que lo sagrado puede ser absolutamente cualquier cosa: para unos se trata de una entidad inasible, para otros reside en una determinada figura de madera, y a otros les parece que se manifiesta, por ejemplo, cuando cierto artista pop canta sobre el escenario.

A lo esencial religioso le van saliendo una serie de adyacencias cada vez más humanas, pero que no pueden ignorarse en una concepción realista y amplia de la religión: los rituales, los objetos del culto, la ética, los templos, los diezmos o similares, el poder temporal, etc., etc.

Lo pararreligioso, por su parte, sigue el camino contrario: proviene de lo humano y se apropia del prestigio que pueda tener lo religioso para fines, sobre todo, comerciales. Pienso en todos los panfletos que se reparten por las calles de Río de Janeiro prometiendo riqueza y amor, o vendiendo el conocimiento del futuro como un producto cualquiera, amparándose siempre en el prestigio que las religiones africanas tienen al menos en este ámbito de lo mágico. Pienso también en un libro y un DVD que nacieron con vocación de fenómeno editorial, a pesar de su título, tan burdo como efectivo: El Secreto.

Pues bien: cierto día D, a cierta hora H, este producto norteamericano desembarcó masivamente en Brasil con el título ya traducido al portugués, O Segredo, acompañado de una poderosa campaña de marketing. Mucha gente se creyó que efectivamente este libro venía a revelar el secreto más antiguo y más valioso de la humanidad por razones puramente filantrópicas. Basta ver algunos minutos del DVD para confirmar que se trata de un trabajo deshonesto: una serie de personajes supuestamente reales, supuestamente entrevistados como parte de un documental, van apareciendo en la pantalla exponiendo los argumentos que demuestran la existencia del Secreto. Sólo que todos los personajes le están poniendo distintas caras y distintas voces a un mismo discurso escrito evidentemente por una sola persona, un discurso bastante coherente, con sus comas, sus puntos y sus párrafos, que los actores se alternan para leer.

En definitiva, el secreto para tener éxito en la vida (porque, al final, O Segredo  es un libro de autoayuda) es el poder del pensamiento, el desear algo con verdadera fuerza. Y este Secreto resulta tan convincente porque en realidad no tiene nada de novedoso, sino que todo el mundo ya lo sospechaba, desde siempre, desde los orígenes de la especie humana:

Cuando Tylor propuso a fines del siglo XIX que la forma más antigua de religiosidad era el animismo, no tardaron mucho en aparecer críticos que defendieron una forma previa de religión aún más básica: el pensamiento mágico, que Freud denominaría más tarde, en Tótem y tabú,  "omnipotencia de las ideas", atribuyéndola a las sociedades primitivas y al pensamiento infantil. Todos los niños tienen la sensación, o el deseo, de que pueden lograr cualquier cosa por la fuerza de su pensamiento. Esta idea puede conservarse durante toda la vida, transformarse en oración (el éxito ya no depende sólo de mí), o desaparecer por completo en la que Freud denomina "fase científica" de la personalidad o de las sociedades. Pero el origen es el pensamiento mágico. Todos los niños conocen el Secreto. Todos los adultos recuerdan el Secreto.

Como el fracaso siempre puede achacarse a no haber deseado con suficiente fuerza o convicción, el pensamiento mágico, el Secreto, entra dentro de lo no verificable, de lo no falsable. De todas formas, no deja de ser significativo que, en Estados Unidos, se haya diseñado en nuestros días un producto con pretensiones de superventas global cuya tesis nuclear es la efectividad de la magia, que es la forma de religiosidad más desnuda,y tal vez más antigua, de la que se tiene noticia. 

lunes, 27 de noviembre de 2023

Los profetas


 

24.04.2008

Considera Mircea Eliade que la contemplación de la bóveda celeste fue una de las primeras formas que tuvo el hombre primitivo de sentirse apabullado ante lo inmenso, y de empezar a darle forma al concepto de lo sagrado.

El caso es que, en contadas ocasiones (muy raras para los individuos, pero frecuentes, al final, para la humanidad), las masas también pueden intuir lo apabullante, lo insondable, lo excesivo, ante una persona concreta. Ante las palabras de una persona concreta.

Son discursos como océanos nocturnos, envolventes, oscuros, inaprensibles, desmedidos, profundísimos, ajenos o enajenados, con diminutas áreas de contacto con las costas de la razón, y de lo razonable. Son discursos anómalos. Discursos-monstruo.

Son las palabras del profeta, del oráculo, del poeta.

Escribe, por ejemplo, Maria Fé Nevares en Literaturas.com en referencia al novedoso autor de Bombardero, el escritor peruano César Gutiérrez:

"Conocer a Cesar Gutiérrez es casi tan espectacular como leer su libro: alucinado, febril, caótico y tremendamente lúcido. A César lo conocí casi gritando sus poemas en un recital de Barranco, donde vivo. Lo encuentro exclusivamente de noche, en estos bares y siempre me sobrecoge la misma cosa de él: No siempre sé de qué esta hablando, pero escucharlo hablar es fascinante, porque todo lo que dice tiene una percusión tan grande que aun si no lo entiendo todo el tiempo, está clarísimo que contiene algo tremendo".


Sectas


 

10.04.2008

Al candomblé también se le ha tachado de secta, se queja el padre Cido de Òsun Eyin en su libro Candomblé - A panela do segredo.

Las ceremonias se celebraban de madrugada no porque se practicasen ritos tenebrosos o macabros, sino porque el candomblé era una religión clandestina, y los esclavos africanos tenían que reunirse a escondidas para mantener vivos a sus dioses, a los que terminaron disfrazando de santos católicos para que pasasen desapercibidos entre los dioses imperantes a plena luz del día. La enorme popularidad de San Jorge en Río de Janeiro se debe a que este santo se identifica con Ogum, que es el Zeus del candomblé.

Sospecho ahora que, muchas veces, lo que diferencia una religión de una secta es exactamente lo mismo que media entre una lengua y un dialecto: más o menos prestigio, más o menos poder.

(La foto es del Museo del Folclore de Río de Janeiro)


O Lobo Mau


 

27.03.2008

La religión afrobrasileña del candomblé  recuerda a la grecorromana en el sentido de que en ambos panteones no existe ningún dios decididamente malvado. No se da en ellos la separación tajante entre el bien y el mal. La bondad pura y la maldad absoluta no encarnan en dos entidades irreconciables, como pueden ser Caperucita frente al Lobo Feroz, los Estados Unidos frente al Eje del Mal, o como el azul frente al rojo en las espadas láser de Luke Skywalker y Darth Vader o en las corbatas de Rajoy y Zapatero.

Las primeras Historias de las Religiones consideraban que el monoteísmo, como resultado de la evolución, era la forma de religiosidad más avanzada y perfecta, mientras que el politeísmo africano no pasaba de un curioso resto arqueológico de gran interés para la antropología, de una muestra milagrosamente conservada de formas muy primitivas de religión.

Sin embargo, no sería del todo disparatado establecer una analogía entre las religiones con un único dios y los sistemas políticos de partido único: en ambos casos, sólo hay una Verdad posible (y ya definida), por lo que no se toleran las discrepancias internas... ni las externas. En ambos casos es habitual el expansionismo, tal vez por aquello de que la mejor defensa es el ataque. Por su parte, el politeísmo implica variedad de perspectivas, versiones y opiniones, y una especie de tolerancia sistemática a lo diferente.

Por tanto, especialmente en nuestro tiempo, caracterizado por las dudas, el relativismo, y las visiones parciales y fragmentarias, el politeísmo resulta una forma de religiosidad sorprendentemente actual, y civilizada.

domingo, 26 de noviembre de 2023

Los nuevos templos


 

20.03.2008

Durante siglos, las catedrales fueron las construcciones más ambiciosas y magníficas levantadas en Europa. No era posible distinguir con exactitud dónde acababa el homenaje a Dios y dónde comenzaba la demostración de grandeza de una ciudad. En la Europa de nuestros días, las obras arquitectónicas más representativas, las que aparecerán en los libros de Historia del Arte dentro de trescientos años, parecen estar relacionadas con las comunicaciones y el transporte: puentes, estaciones y aeropuertos. Sobre todo aeropuertos.

Estas catedrales de nuestro tiempo son, por un lado, un poderoso símbolo del laicismo y el pragmatismo imperantes. Por otra parte, se da la paradoja de que estos imponentes espacios arquitectónicos, al tiempo que consagran el tránsito, el desplazamiento y el intercambio, se están conviertiendo en símbolos nacionales que remarcan las fronteras y parecen decir: "Aquí empieza un gran país". En definitiva, hoy, los aeropuertos europeos, que son los recibidores, los vestíbulos de los países, han asumido esa función de mostrar el poderío de los estados.

Sucede, sin embargo, que los europeos laicos o agnósticos envejecen rápido y apenas tienen hijos, esto es, se extinguen, mientras que por las fronteras del Viejo Continente no dejan de filtrarse seres humanos de todos los colores, todas las culturas y todas las religiones. Como no cabe duda de que las escuelas públicas no lograrán limpiarles la religión a las nuevas masas de niños multicolores y multiculturales, se deduce que, en pocas generaciones, en todos los ámbitos de la sociedad habrá una fuerte presencia de seres religiosos.

Dentro de trescientos años, por tanto, ya se habrán levantado nuevos templos por toda Europa, y los turistas acudirán de propio a los antiguos aeropuertos para sacarse fotos y conocer en persona las construcciones más representativas y elocuentes de este principio del siglo XXI.


El cantar de los cantares


 

05.03.2008

Me gusta comenzar el día escuchando la canción de James Blunt, “la canción”, que al fin y al cabo es una manera de orar. Todo el mundo se dio cuenta cuando apareció en las radios. Nadie osó ponerle ningún reparo. Todas las personas de todos los países de la Tierra sintieron de alguna manera que aquella canción era una especie de milagro. Y la letra, para quien pueda entenderla, sólo redunda en su rara perfección. Se trata de una canción de amor, por supuesto. Relata la historia de una persona común que, inmersa en la rutinaria grisura del metro, se ve sorprendida por el fogonazo de un intenso amor a primera vista. Que, allí abajo, entre el aire recargado de cansancio, y entre la masa triste de gentes, encuentra un punto luminoso hacia donde anhelar. Se trata de un sentimiento comprensible para cualquier hombre y para cualquier mujer, desde analfabetos hasta astrónomos. “Un sentimiento popular que nace de mecánicas divinas”, dijo Battiato. Por definición, alguien no se enamora de un ser humano, sino de un espejismo, de un símbolo, una señal, una puerta, un camino, un inicio de otra cosa. Y el afán de fusión, ese estirar la mano a través del otro para rozar lo inefable, y desaparecerse, aporta al acto sexual una dimensión trascendente, que entra de lleno en el terreno de lo religioso. Todo aquel que ha estado alguna vez enamorado tiene, por lo tanto, vocación religiosa. Esto no puede negarse. Tal vez sea el amor, el amor-pasión de Stendhal, un disfraz más accesible, menos abstracto, una corporeización visible y comprensible del deseo de unirse a la totalidad tan propio de los místicos.


Jaque a los infieles


 10.02.2008

Las dos estatuas más populares de América (la Estatua de la Libertad en el hemisferio norte, y el Cristo del Corcovado, al sur) presentan toda una serie de curiosos paralelismos e interconexiones que sugieren que, al menos al erigir la escultura de Río de Janeiro, inaugurada en 1931, se tuvo bastante presente a su prima del norte, casi cincuenta años mayor, lo que en realidad es muy poco en el mundo de las estatuas: sería como dos primas de carne y hueso que se llevaran dos o tres años. Hasta se parecen un poco de cara, las dos igual de inexpresivas.

Para la gran estatua norteamericana se volvió la mirada a la antigüedad clásica para darle figura humana a un símbolo laico, republicano, ilustrado, o, como mucho, protestante o masón. Sea como fuere, esta gran estatua colocada a las puertas de Estados Unidos, junto a su principal puerto, daba la bienvenida a una tierra marcada de esta manera como no católica. "Roma no tiene influencia sobre este nuevo mundo", dice con su severa mirada la Estatua de la Libertad.

La Iglesia Católica centró entonces sus esfuerzos en aproximarse al poder de la que se creía la potencia mundial emergente de América del Sur, y culminó el proceso con los acuerdos de la época de Getulio, comenzando con marcar católicamente a la totalidad del país colocando esa gran estatua en la cumbre del Corcovado. Jaque a los infieles.

El Cristo sería el mascarón de proa de Brasil. La alta cara blanca que verían los extranjeros desde muy lejos. Sólo que bajo los pies del Cristo se extendía un denso bosque tropical, por el que pululaban sin descanso divinidades mucho más antiguas...

Martirio de género

12.01.2008

Lamento no recordar quién escribió que el ascenso de los fundamentalismos religiosos en todo el mundo (sobre todo islámicos y cristianos) había coincidido con el fin de las utopías de izquierda, con la aceptación del liberalismo económico como inevitable. Otra persona  (¡ay!) dijo en otra ocasión que los movimientos religiosos eran hoy en día las únicas alternativas que se estaban proponiendo con firmeza contra la globalización de la economía y la cultura occidental. Serían una defensa, una resistencia. Cuentan con la simpatía que siempre despierta el luchador más débil, y con el apoyo de todos los que van a la contra. En Irak están estallando hombres bomba provenientes de multitud de países árabes... y no árabes. No se puede ocultar que esto recuerda a los voluntarios que fueron a defender la República española en las brigadas internacionales. Los mártires, además, provocan una perplejidad rayana con la admiración, y sus muertes tienen una formidable capacidad de multiplicar los adeptos. Así ocurrió con los cristianos primitivos y ocurre hoy con los kamikazes de Irak. Si bien los cristianos que cantaban en la arena del circo recuerdan más a los bonzos pacifistas que ardían en la guerra de Vietnam, y los hombres bomba que estallan en los mercados atiborrados se parecen sobre todo a estos padres que, con absoluta premeditación, acuchillan a toda su familia y luego se suicidan. ¿No es acaso el suicidio lo que impresiona tanto? ¿El dar la propia vida por una causa, que así se demuestra poderosa y válida ante el mundo? ¿Y no habrá algo de esto para complicar el asunto de la irrefrenable violencia de género que sufre España? Es decir, los maridos que matan a sus mujeres y se suicidan a continuación, ¿no dejan en el aire el mismo mensaje de que la venganza es algo más importante que la propia vida, algo por lo que merece la pena morir? ¿Y no son entendidos de alguna manera por otros hombres como los verdaderos mártires de la violencia de género, ganando multitud de adeptos para la causa del asesinato pasional por toda la geografía española? ¿No estará levantando la prensa un espantoso santoral invertido, subiendo todas las semanas a los altares de la rabia a estos “modélicos” suicidas?

sábado, 25 de noviembre de 2023

Jano


 01/01/2008

Me di cuenta enseñando los nombres de los meses a mis alumnos de español: septiembre, octubre, noviembre y diciembre, parecían esconder los números "siete", "ocho", "nueve" y "diez". Voy a confirmarlo en el diccionario de la Real Academia... Así es. Por ejemplo, "diciembre" viene de "decem", esto es, "diez" en latín. Por lo tanto, el nombre de nuestro duodécimo mes hizo en su día referencia al mes que iba en décimo lugar. Consecuentemente, en esa época, el primer mes del año sería marzo, algo que parece bien oportuno, pues es en marzo cuando llega la primavera al hemisferio norte reiniciando el ciclo de la vida. Es el mes en el que todo nace, o al menos cuando brotan las espigas y las hojas, de manera que puede deducirse que aquel primitivo calendario servía a civilizaciones eminentemente agrícolas. Entonces, ¿por qué hoy empezamos el año el uno de enero?

Intuyendo en esta cuestión un motor religioso y un tema oportuno para inaugurar el año y estrenar este blog, he curioseado un poco en Internet y he terminado leyendo un buen artículo de Jordi Vilà i Hueso (http://www.astro-digital.com/6/calendario.html) que, si bien no menciona fuentes, parece serio y no presenta las incoherencias internas que he encontrado en los artículos sobre este asunto de la Wikipedia.

Resulta que la medida del tiempo ha estado vinculada a la religión durante milenios, y a pesar de la exactitud aportada por la ciencia, y del laicismo derivado de la Ilustración, aún hoy empleamos convenciones para jalonar el tiempo que tienen sus raíces en la relación entre el ser humano y los dioses más antiguos.

Resumiendo, el actual calendario gregoriano (vigente desde 1582 y creado originalmente para evitar desajustes en el calendario litúrgico) apenas perfecciona el calendario juliano, que fue el que, en el 46 a.C., fijó el inicio del año en el mes de enero. Todo apunta a que se quiso dar más importancia al solsticio de invierno (y a la fiesta del "Sol Invictus") que al equinoccio de primavera. El año comenzaría cuando el sol dejaba de retroceder ante las tinieblas y retomaba la conquista de las horas del día. Se daba protagonismo al sol (vinculado a los dioses masculinos, celestes o uranianos, y legisladores, como Júpiter) y se restaba a las diosas femeninas de la fertilidad, la agricultura y el instinto. Coincidentemente, esta reforma en el calendario se produjo en un momento de la historia de Roma en el que el sistema republicano derivaba hacia la concentración del poder propia del Imperio.

Puesto que, ya hacia el siglo IV, la fiesta pagana del solsticio de invierno había sido reemplazada por la Navidad cristiana, el calendario gregoriano apenas introdujo unas pocas novedades "técnicas", sin trasfondo ideológico, para minimizar los desfases, respetando en todo lo demás el calendario juliano, inclusive los nombres de los meses, aunque muchos de ellos eran abiertos homenajes a importantes dioses romanos.

El mes de enero fue una novedad del calendario juliano, y fue dedicado a Jano, el dios de las puertas, con dos caras, una que mira al futuro y otra al pasado, protector de los principios y de los tránsitos.

La imagen de este dios parece también un consejo sin palabras: ahora que comienza el año, no quedarse bloqueado en el umbral, con una sola cara que mira hacia atrás, ni lanzarse a embestir el futuro con una sola cara hacia delante, negándose a recordar, sino ponerse en marcha sin grandes prisas, con una cara hacia delante que proyecta, y otra hacia atrás que revisa y analiza.

Pero, más que eso, la imagen de Jano resulta especialmente enigmática, como si no supiéramos en qué dirección va a echarse a andar, como si fuese en realidad un dios gallego, como si no supiéramos con qué boca va a ponerse a hablar, ni a quién está efectivamente mirando. Y este es el sabroso desconcierto que provoca el futuro cuando es abierto, cuando aún no está perfectamente definido, cuando comenzamos un año maravillosa y aterradoramente en blanco.

Que Jano nos sea propicios.


El viejo blog recuperado

Por lo que parece, a los treinta y tantos yo tenía tan poco espíritu práctico como ahora y, durante varios años, sobre todo entre 2008 y 2010, dediqué buena parte de mi tiempo libre a estudiar las religiones de Río de Janeiro y a subir textos a un blog llamado Cuaderno de religión. Mi intención original era hacer trabajo periodístico, una especie de gran reportaje por entregas que incluiría visitas a templos, entrevistas, reseñas e incluso periodismo encubierto, de aventura. Quería hacer algo parecido a viajar. Con el paso del tiempo, ante lo que de hecho iba saliendo, escribí lo siguiente en la descripción del blog:

Observatorio de religiones. Peregrinaje de clausura. Reflexiones de gabinete. Acopio de apuntes destartalados. Avituallamiento. Preparación para la partida. Promesa pública de un gran reportaje sobre las religiones en Río de Janeiro. Indefinidamente postergado y suplantado, por estas notas azarosas y dispersas, como salpicaduras, con aspiraciones de constelación, o de red neuronal, cuando menos.

Supongo que fue por las mismas fechas cuando incluí en el blog la siguiente "aclaración":

En marzo de 2007 se me ocurrió el proyecto que apenas pretendo mitigar con este blog. El viaje por las religiones de Río de Janeiro que tengo en mente requerirá mi dedicación exclusiva, espero que en un futuro no excesivamente lejano. Me di cuenta aquel mismo marzo, cuando me embarqué en la investigación con asombrosa energía. Una especie de fogonazo vital que apenas permaneció encendido una semana. Me había comprometido a respetar un reglamento, medio demente y muy divertido, que yo mismo había inventado, para forzarme a salir a la calle y hacer "trabajo de campo", pero a los pocos días ya me fui dando cuenta de que esa inmersión que yo pretendía era acaparadora e incompatible con cualquier otra actividad. Como pasaban los meses y el deseo del viaje no menguaba, finalmente me conformé con dedicarme a una fase previa, de preparación. A hacer las maletas. Desde enero de este año, por consiguiente, soy un dominguero de la investigación de las religiones.

Creía que este blog se había perdido para siempre porque no había manera de encontrarlo con los buscadores al uso, era invisible ante los poderosos ojos de Google, pero, ahora que me estoy planteando abrir un nuevo blog, he redescubierto un poco por casualidad un enlace que, como un estrecho pasadizo, lleva al viejo Cuaderno. Ahí sigue, en una zona opaca de Internet, en un archivo muerto al que posiblemente no ha accedido nadie en la última década. Ayer estuve releyendo estos viejos textos, y no están mal, con lo que he decidido ir trasvasándolos poco a poco a un nuevo blog. Tal vez no todos. Cuando termine, quizás me anime a escribir textos nuevos sobre la interesante diversidad religiosa de mi nueva ciudad: Foz de Iguazú.

Empiezo con el primer texto, que el uno de enero de 2008 dediqué a Jano, el dios de los inicios.

Miração

 04.09.2009 La palabra "miração", tan recurrente en la doctrina del Santo Daime, no consta en el prestigioso diccionario  Aurelio ...